En la entrega anterior Gobernar Maracaibo I, se dejo en claro que la cuestión metropolitana marabina es una realidad que se evidencia en: una entidad territorial que amalgama largamente a más de 2.500.000 habitantes, que se extiende por más de 30.000 hectáreas (más del triple de la superficie del valle de Caracas), integrada, por al menos, 9 municipalidades. También se afirmó que para enfrentar exitosamente el incipiente reto metropolitano “maracucho” es vital separar la agenda política de la administrativa y que una posibilidad era la creación de un Consejo Metropolitano de Planificación.
La clave de nuestra idea en torno a La Maracaibo contemporánea es no dejar, únicamente en las manos de los políticos el proceso de Planificación y Gestión de nuestro Territorio. Y es que al fin y al cabo los problemas urbanos propios de los conglomerados metropolitanos: congestión, contaminación, aumento de la violencia y conflictividad, potenciales deseconomías de escala, no son de izquierda, tampoco son de derecha; son justamente eso: problemas que crecen velozmente y que nos afectan a todos, robándonos por mucho las ventajas de vivir en una dinámica zona metropolitana.
Es indispensable en esta hora de la democracia “participativa y protagónica” ensayar una estrategia en donde la “sociedad civil”, “pueblo”, o a resumidas cuentas asociaciones de HABITANTES tengamos voz, voto y capacidad suficiente para incidir sobre el futuro de nuestro conglomerado urbano. Es evidente que no es una tarea fácil, tampoco cosa de corto plazo. Pero a juicio de quines esto escribimos, mientras los políticos están enfrascados en su batalla permanente, nos están dejando mucho espacio libre para organizarnos y crear alternativas desde lo cívico, desde lo ciudadano.
La coordinación metropolitana de Maracaibo, es un tema que debemos poner en la opinión pública regional, las asociaciones vecinales o comunales, los colegios profesionales, las universidades, los gremios de pequeños y grandes empresarios entre otros, para luego hacerle un espacio en la agenda política. Es un reto para todos, y que debemos asumir sin ambages, si no deseamos que el destino nos alcance y nos encuentre entrampados en los mismos problemas de la capital venezolana.